Salvada por un Gato
Tenía un gato que le pusimos por nombre
Mochito, el nombre era exactamente por una característica en su cola, estaba
como doblada y pequeña como un pancito, su hermano le pusimos colotas, el de la
cola más grande, y el menor se llamó colitas por la cola más chiquita, todos
eran negros (chivillos decía mi mamá), eran hijos de Minosa, una gata que la
vecina de al lado que habían tenido que estar fuera varios días, le dejaba una
latita de atún cada mañana, pero se la comía toda en un momento, y después se
acercaba a nuestra casa a pedir más comida, mi mamá le daba leche o lo que
tuviéramos disponible, pescado, seco, lo que hubiera, y al conversar mi mamá
con la vecina, le contó que venía cada mañana a dejarle dos latas de atún, mi
mamá se sonrió y le dijo se las come en un ratito y después si tiene hambre
busca más, así que, así a nuestra familia. No estoy seguro cómo, pero debe
haber conocido un buen gato, y descubrimos que estaba preñada, yo que tenía
cómo 15 años, era un poco tosco con ella, le sobaba la barriga y me mordía y me
arañaba la mano con las patas de atrás, ella era un poco tosca, pero no me
importaba. Años después que ya era adulto, pensaba que debía ser que sus mamas
están en esa parte de su cuerpo y que debía dolerle en algunas ocasiones por
eso le molestaba que le sobe la barriguita. Cuando Minosa estaba esperando a
sus bebés, comía bien y descansaba bastante, hasta que llegó el día del
alumbramiento, yo justo no había ido al colegio, creo que por suerte tuve día
libre, o estaba enfermo (ahora no lo recuerdo bien), y Minosa se paseaba detrás
mío por toda la casa, hasta que me quedé pensando que podría ser que ya estaba
lista para dar a luz, y aunque le habíamos puesto con mi mamá y mis hermanos
una cajita de leche con unas chompas y telas (algo viejitas), no quería
quedarse en su caja sola, un momento antes ví que parecía que ya venían sus
bebés, pero al dejarla sóla, pensando que era mejor, se salía y me seguía por
todas partes cómo lo dije líneas arriba. Así que me decidí a sentarme junto a
su caja y ella se introdujo en ella, la miraba a ratos hasta que empezó a
aparecer uno, por primera vez ví que nacían con su placenta cómo las personas,
y Minosa cuidadosamente los lamía para que queden bien límpios, me acerqué y
miraba que ya había uno, todo mojadito de tanto que los limpiaba y de que acaba
de nacer, luego vino otro hasta el tercero, yo no me moví de mi silla hasta una
rato después del tercero, los miraba tomando leche de su mamá, y los veía
chiquititos y con sus ojos cerraditos y tan indefensos que temía que cualquier
cosa les hiciera daño, creo que algo renegué porque me tenía que quedar sentado
bastante rato, y luego de eso repentinamente me sentí calmado y que la mamá
gata sabría qué hacer en todo, y así fué, me quedé hasta que Minosa terminara
de tener sus bebés, y después del tercero me quedé un rato hasta que entendí
que ya había terminado y me podía retirar sin temer nada, por Minosa y los
gatitos, me retiré y dejé sola a Minosa
con sus tres bebes.
A Minosa no le pareció bien su caja después de
dos o tres semanas, y de repente se
desapareció de su caja con sus tres mininos, cuando nos dimos cuenta, la
buscamos por toda la casa todos desesperados, hasta que uno de mis hermanos (el
tercero en edad) la encontró y dijo: «Ah, aquí está», con toda alegría y calma,
Minosa se había llevado a sus tres gatitos y se había metido en un mueble que
lo usábamos para guardar juguetes, y que uno de los compartimientos estaba
vacío, luego de unos días, parece que no le gustó del todo el lugar, así que se
desapareció nuevamente, y aunque hasta ése momento nadíe se había dado cuenta,
yo me estaba cambiando y busqué una chompa que me faltaba y el cajón al tratar
de abrirlo me pareció muy pesado para lo que era habitual, así que hice un poco
más de esfuerzo y sorpresa, Minosa y sus tres gatitos estaban ahí. Le avisé a
mi mamá y a mis hermanos, y decidimos dejarla ahí con el cajón entreabierto,
ahí estuvieron varios días y luego decidimos ponerla otra vez en el mueble de
juguetes, porque le pusimos más cobijas, y ahí se quedó con sus gatitos, más
conforme, seguro necesitaba más abrigo, también mientras estuvo en mi cajón,
creo no podía sacar nada de mi ropa, pero cómo casi era verano no tuvo
importancia, cómo en el mueble de juguetes había algo de polvo, le salieron
legañas enormes a los gatitos, aunque más parecía una infección a los ojitos,
mi mamá supongo que consultando a las tías; mis tías abuelas Rina que le decían
mi mamá y sus primas Riné, la tía Olga la mayor de las hermanas, la tía Elsa
que la llamábamos tía Chule, el tío Héctor que vivía en Pershing, y el tío
Oscar que vivía en Grau en La Perla del Callao, y la tía Dora que no la conocí
porque falleció no sé si cuando era muy pequeño ó antes de nacer, y el tío
Julio que falleció después de llegar a Lima allá por talvez 1912, y la tía
Alicia creo que me falta un tío o tía, pero esa parte de la historia la conoce
mi hermana mayor que conversaba con las tías todo el tiempo y le contaban la
historia de cómo llegaron a Lima algo después de la guerra con Chile, y
lastimosamente fallecieron por causas que desconozco en una época difícil para
ellos al pasar Arica a Perú después de la guerra.
Los tíos Julio y Oscar al fallecer mi
bisabuelo, se encargaron de alimentar a las hermanas y hermanos menores,
trabajando en lo que supieran hacer, (aunque tendré que convencer a mi hermana
mayor que me cuente la historia completa porque a mí me contaron a cuentagotas
y no la conozco, pero tal vez en otra ocasión será, vayamos a Minosa y sus
gatitos.
Bueno lo de sus ojitos, mi mamá preparó un
poco de té bastante diluido y con unos algodoncitos; mi abuela nos enseñó que
siempre debíamos tener algodón en la casa, y les limpiamos los ojitos, cómo dos
días y la infección desapareció para alegría de todos. Cuando fueron creciendo
se hacían más y más juguetones, ya a los dos meses, los fines de semana
sobretodo, mi mamá pasaba la escoba y los tres mininos saltaban sobre la escoba
y se dejaban columpiar y mi mamá se reía con ellos, también jugaban entre
ellos, el Colitas era el más travieso y curioso, y Mochito era el más seriecito
y mi mamá se encariñó mucho con él y yo también, mi hermano Hugo se encariñó
con Colitas, como si fueran tal para cual, y Colotas, el más grande bueno algo
aparte, pero nuestra vecina que era la mamá de Minosa, nos pidió un gatote,
cuando vino a escoger su gato escogió a Mochito y mi mamá dijo No, Mochito no,
yo me sorprendí pero nuestra vecina no se incomodó y escogió a Colotas, se lo
llevó y de cuando en cuando nos traía noticias de él, hasta que nos contó que
se lo llevaron a Huánuco, y que de ahí no quiso regresar. Se la pasaba muy bien
allá. Y ya tuvimos menos noticias de él, siempre que preguntábamos cómo está
nos contestaban muy bien en Huánuco.
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